Sujetos que planifican y se mezclan en las calles como avezados delincuentes para cometer sus fechorías, terminan llorando cuando son capturados por la Policía.
Algunos delincuentes incluso hacen berrinches desde sus celdas asegurando que son inocentes y que nunca “han hecho nada malo”. Producto de la desesperación, dan disparatadas excusas para justificar sus delitos una vez que son puestos frente a las autoridades.
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Por ejemplo, un sujeto de 65 años explicó que robó un celular porque no había recibido ayuda por parte del Gobierno: “Necesito para pagar la luz y aparte no me han dado ni bono, no me han dado la canasta”, indica cuando es intervenido por la Policía.
“La necesidad me obliga a decir la verdad, ya quiero que me disculpe, no me han dado ni bono, no tengo pensión 65”, agrega el hombre que quiere convencer de su arrepentimiento a los oficiales para así evitar una sansión mayor.
Otro detenido intentó justificar su robo asegurando que sólo buscaba un medio de transporte para llegar a su casa: “No me quería robar ninguna moto, como no tenía donde moverme… Entonces yo no me monte en ella para robármela sino que mi mujer y mi hijo me esperaban”, declaró frente a un periodista.
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